Para bien o para mal, por distintas circunstancias, en esta vida me ha tocado algún que otro peregrinar. Ello ha conllevado el tener que despedir, recibir, conocer gente... algunas de estas personas me han concedido el privilegio de considerarse mis amigos... y muchos, aún hoy, siguen siéndolo.
Gracias por estar ahí.

viernes, 2 de diciembre de 2016

Aún no me rendí.

Espero no decepcionar demasiado.
Pero, siendo firme defensora y tenaz (aunque no siempre triunfante) discípula de la Lactancia Materna, la Crianza Respetuosa y la Enseñanza Alternativa, he de comenzar a reconocer que no alcanzo todos los objetivos.  

La segunda y última lactancia fue todo un éxito, la verdad. Luisa crecía, ningún pediatra me dio sobrecitos de leche artificial, contacté con Leche Mágica, estuve y dormí con mi bebé al pecho desde el minuto cero, prolongamos el colecho hasta que nos dio la real gana, siguió tomando teta hasta pasados los cuatros años... Una bonita historia. ¡Prueba superada y disfrutada!

Pasando el tiempo, cada vez ha ido siendo más difícil. Intentando seguir la estela de Wayra y su buena gente, me hubiera gustado poder afirmar que en nuestra casa la crianza es cien por cien respetuosa pero... ahora mismo diría que no.

Por ejemplo, grito y suelto unas peroratas minadoras de ánimo que a mí misma me asombran. Y lo peor es que ellas me escuchan con demasiada atención. Aunque también tengo discursos para levantar el ánimo, eh. El caso es que cuando gruño y luego se me pasa y recapacito, me doy cuenta de que me encendí por poco. Afortunadamente, también sé pedir perdón. Incluso a la gente menuda.

Además he de reconocer que para intentar resolver algunas situaciones sólo encuentro un camino. Puedo llamarle consecuencia y buscarle mil explicaciones pero, son castigos. Autoritarismo barato vestido de ya no sé cómo llamarlo. Que las hermanas no se llevan bien y discuten hasta hastiarme, pues... chicas, lo siento, os quedáis sin ver a los amigos. Les explico que, al no saber respetar y relacionarse con los de casa, entiendo que no son capaces de hacerlo con los de fuera. ¡Hala, tan pancha!

Y con la enseñanza... hemos topado. Junto con otras familias de Salamanca, que son incansables soñadoras, he preferido creer en la posible evolución de una Enseñanza Pública renovada. Quizás seamos una minoría. Nos reunimos, charlamos y aportamos ideas. Es un necesario Punto de Encuentro. ¿No os sentís como clandestinos? Y nos da la risa.  Siempre hay risas. ¿Qué porcentaje de los padres de ahí fuera votaría sí a nuestras propuestas? Porque la mayoría de los padres que hablan en la puerta del colegio quieren las asignaturas como están, piensan que las artísticas y la Educación Física son una pérdida de tiempo, quieren bien de deberes, exámenes, rutinas, hábitos de estudio, clasificaciones,  listas comparativas...

Pues yo pienso de otra manera. Me harto de decir que lo importante es ser responsable, enfrentarse a lo que cada uno espera de  sí mismo. Que no importan los caminos. Unos necesitarán sentarse a estudiar todos los días un poco y otros unas (o muchas) horas el mismito día de antes. Lo importante es comenzar a trabajar en cooperación, con alegría... Que se aprende sólo desde la emoción.


Y aún teniéndolo tan claro, amargamente reconozco (aunque alguno  se va a reír), que me sorprendí un día espetando a Julia:  "Me-mo-ri-za, por favor. Hazlo como quieras. A capón, con esquemas, con resúmenes, con reglas mnemotécnicas... pero memoriza y escúpelo en el examen como lo quieran leer. ¡Ya tendrás tiempo de disfrutar aprendiendo en otro momento!"

Entiendo que el esfuerzo (llamémosle memorización) llega un momento en que es necesario. De acuerdo, sí.  Lo que no entiendo es que tenga que ser un sufrimiento. No comprendo que, en la escuela (o en casa), espantemos a cada paso la ilusión, la emoción y la pasión.

Esta vez no divagaré demasiado. Sólo deseaba compartir estos simples botones como muestra de mi involuntaria evolución interior.

Escribiría mucho más para aclarar las ideas. Lo escueto tiene el peligro de malinterpretarse fácilmente.

Pero, sobre todo, no penséis que me rendí. 

Estoy aletargada.  Y el letargo, a veces, viene bien. Sirve un poco de meditación.