Para bien o para mal, por distintas circunstancias, en esta vida me ha tocado algún que otro peregrinar. Ello ha conllevado el tener que despedir, recibir, conocer gente... algunas de estas personas me han concedido el privilegio de considerarse mis amigos... y muchos, aún hoy, siguen siéndolo.
Gracias por estar ahí.

martes, 6 de marzo de 2012

La Responsabilidad.

Al final, la Responsabilidad va a resultar ser lo importante.

Debería mover al mundo, a sus gentes. Imperar siempre en nuestras almas.
En mi opinión y por experiencia, dejo en muy segundo plano al Método.
Hoy hablaré de mí.

Me propongo como  persona algo responsable.
Me lo transmitieron mis padres, con su simple ejemplo de cada día, por ser ellos mismos, por tratarme siempre con respeto.
Me ha costado un poco pulirme, alguna vez no me han dejado tirar la toalla.

Acabado C.O.U.:

-"Mamá, necesito un año sabático"- (No me digáis que la Selectividad no es suficiente  pago por adelantado para merecérselo.... Lo cierto es que si no es por Virginia -lo sabe ella- lo mismo ni lo intento).

Tendré que  reconocer que gran parte de mis éxitos, se los debo a la buena fortuna de haberme topado en la vida con seres muy especiales, casi mágicos,  que han querido acompañarme en mi camino o llevarme de la mano por el suyo.

-"Mejor, hija, te matriculas y ya descansarás en la facultad..."-
Y así fue. El primer curso sólo aprobé Etnología y el Inglés. No me presentaba a nada porque, entre otras cosas,  los repetidores me inculcaron  algo de miedo al fracaso:
-"¡Esto no se aprueba ni de coña!"- Algo influenciable también soy…

Mi madre siempre dice que aquel año sabático me lo tomé igual. Con o sin  permiso.

Luego he ido siendo más responsable...veréis...
Allá por tercero, escuchar una charla de Alfredo Bengoa  aceleró mi decisión de adoptar unas cuantas tortugas de Florida necesitadas de hospitalizar. Debía pincharles antibiótico intramuscular en una patita del tamaño de una pipa (de girasol) con una jeringa de insulina...

Lloriqueando:-"Mamaaaaaaá... ¡Qué yo no puedo! ¡Pobrecita la tortuga!¡Le atravesaré la pata!"-
Y mi madre, sujetando dentro del caparazón la cabeza y los bracitos del pequeño quelonio mientras le estiraba el micro-muslo:
-"¡Venga, cómo no? ¡Corre, que te la sujeto!"- Ella siempre ha sido la mejor enfermera del mundo, ella sí se hubiera merecido querer estudiar.
Salvé a algunas. Tenía unas peceras para ellas... ¡Cómo reinas! En mi cuarto, junto a la ventana.

No, no he sido voluntariosa.

Me he sacado la mayoría de los exámenes pegándome grandes panzadas de no dormir.

No, no conozco métodos de estudios, ni sé que es eso del hábito de lo que tanto  hablan los profes de Julia.
No he sabido llevar los temas al día. Ni he asistido a todas las clases que se me ofrecieron.

Eso sí, me sintetizo unos resúmenes de la pera, esquemáticos y a color. Que de cuatro palabras luego tiro del hilo y… apruebo.

Además mis propias reglas mnemotécnicas siempre han sido mi salvación. Sobre todo para chapar las listas de vegetales de Agricultura con sus nombres científicos:
 "Mijo común" (Panicum miliaceum en latín) = Mi hijo tiene pánico a la mili hacer aún.

Pero llegó un momento en que la responsabilidad pudo conmigo.
Terminé aprobando cada asignatura de una carrera en la que nadie (excepto mis padres pagando tasas y más tasas) me ha regalado nada.

Siempre digo la verdad, aunque me duela, aunque me tiemble la voz, aunque sepa de posibles represalias, aunque me ponga colorada.

Si no acabo mi trabajo, me quedo o... me lo traigo a casa o me lo llevo de vacaciones.

Si no piloto con los números, me manejo el Excel. Autodidacta total. Me hace falta.

Si cometo un error, lo digo... a veces demasiada tierra encima. Ésto me lo he de hacer mirar.

Mi picaresca es nula, lo que me hace llevarme mil y un berrinches simplemente por...tonta.

Sé guardar un secreto. A veces, lo hago tan bien que hasta se me olvidan.

Si me quedo aquí, ahora, escribiendo hasta las mil...Mañana me levantaré como una rosa, sin protestar y llegaré a mi hora a trabajar. Como la más campeona.

Por supuesto que no estoy orgullosa de todo.

Me gustaría que mis hijas lograran ser  ordenadas, programadas, organizadas... Para que su vida pueda ser más tranquila.

Que no llegasen a conocer las prisas hasta el mecagoenlamehapilladoeltoro. Que no oigan despertarse a los gorriones en los árboles mientras se arrepienten:

-"Otra vez me quedé sin dormir...faltan tres horas para el examen...bueno... lo repasaré en el autobús..."-

Pero si, de alguna manera, salen a su madre (y no a su padre) sólo desearía que, sobre todo, por sus propios métodos, con ellas mismas, con los demás y con su entorno consigan ser  responsables.

Y que sería mejor para sus nervios que además lo pudiesen soportar, como yo, sin tener que beber café.


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