Para bien o para mal, por distintas circunstancias, en esta vida me ha tocado algún que otro peregrinar. Ello ha conllevado el tener que despedir, recibir, conocer gente... algunas de estas personas me han concedido el privilegio de considerarse mis amigos... y muchos, aún hoy, siguen siéndolo.
Gracias por estar ahí.

viernes, 26 de noviembre de 2010

Buyabus, Juncales e ilusiones

El primer viernes de este noviembre, he vuelto a pasar por la carretera, por ese lugar desde donde pretendieron arrebatarte hacia no sé donde. Pero consigo retenerte, siempre en el rincón más luminoso del corazón. A mi cara ha venido a encajar, a codazos entre la melancolía, una amplia y algo explosiva sonrisa. Te he sentido aquí, compartiendo la rebeldía.

Han dado el paso, han escrito cada uno su carta de despido, de mevoivoluntariamentedelaempresa. Se la han guardado, como niños ilusionados, en el bolsillo trasero del pantalón y se han plantado allí, frente a Gerente y Presidente.

-“Que nos vamos”-

Me hubiera gustado acompañarles, estar allí aunque fuera bajo la mesa, para sentir la repentina perplejidad que habrán sembrado.

-“Pero… ¿Lo habéis pensado bien?”- “¿Sabéis que os vais sin nada?”-

Pues claro.
Hay personas que todavía son capaces de forjarse su propio destino, sin tener que hacer leña del árbol caído.

Hay personas que seguirán colaborando para que esto salga adelante, aunque descansen al final de su jornada en un cubículo distinto, donde estén más satisfechos y respiren más libres.

Hay personas que son capaces de crear, con sus propias manos, un mullido lecho para que esté cómoda allí su dignidad. Aunque deban pasar frío en invierno y calor en verano, conduciendo raudos (a veces demasiado) a visitar a la vaca necesitada mientras escuchan de boca de sus dueños historias, a veces alegres y otras veces tristes y desmoralizadas.

Hay personas que, aún con todo lo llovido, tienen esperanza y sobre todo tienen ilusión. Y ganas de trabajar y…de vivir.

Pero eso ellos nunca lo concebirán, hace tiempo que lo sabemos. Su mundo es otro.
Y parecen querer aferrarse a él, lastrándolo injusta aunque espero que remediablemente.

Ojalá no tarden en aparecer, salvadores, allá por el horizonte, los verdaderos protagonistas de esta historia y que no sea inútil el intentar renacer, que prenda alguna yesca en los rescoldos de las cenizas antes de que los malos vientos acaben, finalmente, esparciéndolas por los extensos campos de La Moraña, ahora sembrados con árboles, nuevas semillas y métodos más ecológicos por nuevos emprendedores.

Me siento orgullosa, en algo partícipe de esta pequeña-gran locura. No sé si es lo más sensato, pero me cobijo en la alegría y nuestra mejor defensa sigue siendo la risa.

Vuelvo a sentir tu frescura y sé que tampoco te lo piensas perder. Sé que también hinchas airoso el pecho, lleno de orgullo, al poder contar con compañeros como estos.
-"¿Otro sandwichito de pollo frío? ¡Venga, al final resultó no estar tan malo, eh!"-

sábado, 20 de noviembre de 2010

El viaje de cada día.

Aún a riesgo de resonar a cierto anuncio de vehículos que ponían, no hace tanto, en la tele os diré que: Me gusta conducir.
Y a pesar de que algunos se empeñen en lo contrarío (supongo que por la justamente asignada fama de despistada) considero que no se me da mal. Algunos amigos, como Nico, siempre confiaron en mí. Intento ser prudente (alguna vez me puede la prisa… ¿Qué es eso? ¿Una bala, un cohete, Super-Man…? No, es una mamá que no quiere llegar tarde a la canción de fin de curso), es verdad, pero no por ir más deprisa o meter más ruido se conduce mejor, creo yo.
Se reía Alfonso cuando camino de la Cooperativa, hacía un poco el tonto y le imitaba, revolucionaba un poco al Clío –“Mira, como tú”- “Brum, Brum…”- Y giraba exagerada el volante en las curvas de la vía. O cuando yo pisaba el embrague y él cambiaba las marchas o al revés... ¡Menudo equipazo!
Cada día sigo recorriendo cuarenta kilómetros para allá, a ver a mis ovejitas, y otros tantos de vuelta a reencontrarme con los míos.
No me disgusta, sino todo lo contrario, es mi ratito de meditar, de observar, de escuchar noticias y cantar canciones.
Controlo bien situaciones básicas como usar el freno-motor, salir cuesta arriba sin usar el freno de mano, aparcar en línea … recorrer ciertos metros marcha atrás, a toda máquina, conduciendo un coche que no era el mío, entre la estrechez de unos altos bordillos de un peaje allá tirando para Logroño, José Carlos lo sufrió bien.
Molestan los caga-prisas que me pasan por la autovía a más de ciento sesenta y si es que vuelven al carril de la derecha, lo hacen peinándome el flequillo, aparecen casi sin avisar aunque raramente me pillan desprevenida, porque sigo muchos consejos de cuando mi padre me enseñaba a conducir con aquel SEAT Panda azul celeste –“Controla siempre los espejos, mira para atrás casi lo mismo que para enfrente”- Y así lo hago, y allá los veo venir a los balas-perdidas … ¡Zium! Chao.
Pero casi me hinchan más esos conductores pseudo-competitivos que se pasan un buen rato demasiado cerca, despreocupados de guardar las distancias, para luego adelantar a duras penas y ponerse justo delante a ciento dieciocho… ¿Y ahora que hago? ¡Qué desesperación! ¡Qué gente más rara!
Sin embargo agradezco cuando , precisamente por la costumbre de mirar y remirar los espejos (o a veces soy yo quien les sigue), veo que kilómetro tras kilómetro me custodia algún coche que, a la distancia justa, mantiene mi velocidad; no consigo ver su rostro, ni si es hombre , ni mujer, ni si es joven o anciano, ni si lleva niños, ni el modelo exacto de su auto, ni si sonríe, ni si va cantando o fumando… pero siempre lo acojo como un buen compañero de viaje, respetuoso y atento, al que empiezo a echar de menos desde el mismo momento en que veo que toma un desvío distinto al mío o soy yo la que ya debe alejarse de su camino.
Historias del día a día.

viernes, 12 de noviembre de 2010

Coco no, Lisha

Julia, se crió de otra manera... parecida... pero distinta.
Julia tomó biberón, con leche de fórmula, a partir de los nueve meses. Los motivos serían largos de explicar.
Julia a partir del año sólo tomaba el pecho dormida, porque despierta ya lo rechazaba.
Julia a sus trece meses dejó, definitivamente, la teta.
Julia dormía en su cunita, con su chupete, y yo la miraba mientras deseaba hacerme pequeñita, tan pequeñita como para meterme allí con ella hecha un ovillo ligero, sin molestar y poder soñar a su son. Cerca pero lejos, en la misma habitación (que, eso si, compartimos hasta que cumplió los dos años), yo esperaba su mínimo gesto como pretexto para sacarla de allí y meterla en nuestra cama.

Con Luisa, han sido algunas más las ventajas.
Ya no he tenido que desear empequeñecer para rozar nuestras caras al dormir, porque la he mantenido, desde el minuto uno, a mi vera y hemos dormido las dos, desde entonces, de un tirón, sin tener que levantarnos en todita la noche.
Ella, con veintidós meses, no sólo no rechaza el trago de leche de mamá sino que lo demanda, a grito pelado, si hace falta. Le importa poco el momento o el lugar.
Su consuelo ha resultado no ser un chupete, sino otra vez el mismo pecho.
No le importó lo más mínimo que guardásemos su cuna (cuando cumplió un año) porque, total, ella nunca la usó... ni para pasar el rato.

Ojalá hubiera asumido mejor la información cuando nació Julia, ojalá hubiera dejado aflorar un instinto más poderoso, ojalá hubiera conocido entonces a ciertas personas cercanas y Mágicas. Y eso que tuve muy buenos referentes hace seis años, como Mónica, Macu, Txita, Cristi...Pero, en la lejanía, me vi pariendo en un hospital con un protocolo obsoleto (ya comentado), peleando contra un pediatra que me comprendió menos que lo hubiera hecho un pedrusco, con un bebé siempre justo de peso que descendía de percentil en cada revisión...en fín... ¿Qué os voy a contar que no sepáis? Pero... ¿Qué melancolía hay que no se espante, en un minuto, cuando me acurruque ahora junto al Coco a soñar, sintiendo tan cerca su respirar?
Si me pudiera oír me reprendería moviendo su dedo de lado a lado cerca de su naricita, justo por debajo de una desafiante mirada:
-"Mamá... Coco no… ¡Lisha! Coco no”-
Cualquier día me la como.

domingo, 7 de noviembre de 2010

Yo me bajo en la siguiente, ¿Y tú?

¡Allá voy!
Ya sabéis, mi formación en Política Social es nula. Se me ha ocurrido comentar algún concepto utópico que me ronda la cabeza. Así que, hoy más que nunca, aceptaré las críticas y opiniones de los que sois más sabios.
Sé que, por algunos, es compartida la idea de que más personas dispondríamos de trabajo si nos propusiéramos, todos, ser menos angustias y trabajar un poco menos, con jornadas reducidas la carga para cada individuo disminuye y mayor número de personas tendrían derecho a un sueldo, aunque sea disminuido. Claro, ganar menos nos supondría menor capacidad para seguir subidos en este carro de cacareado consumismo… pero ya que estamos comprobando en nuestras propias carnes que este sistema, de esta manera, no se sostiene y hace aguas por todas partes ¿Nos bajamos?
Por otra parte esto nos obligaría a tener que compartir responsabilidades, a tener que confiar en el compañero del anterior o siguiente turno, a tener que hablar y consensuar ideas…vaya… ¿Se nos ha olvidado? ¿Cómo se trabajaba en equipo? ¿Cómo se pasan los testigos en los relevos? ¿Una utopía?… Puede.
Por supuesto que también desearía que el sistema de trabajo actual se amoldara, de una vez, a la mujer y a su labor maternal, como en otros tiempos mejores ha sido: los bebés con sus mamás, allá a donde ellas vayan. Me cuesta creer que hayan pisado la Luna, pero que ningún brillante ingeniero haya inventado la manera de organizar determinados puestos de trabajo donde la madre, que lo desee, y su bebé pudieran estar, ergonómicamente funcionando y fisiológicamente acoplados, arropados con algún “trapito” y su nudo, por ejemplo.
Pienso, también, que ahorraríamos mucha energía compartiendo con otras personas afines nuestros lugares de residencia, tiempo y funciones domésticas… creando pequeñas o grandes comunidades evocando una forma de vida más tribal, más aldeana. Unos cocinarían para todos, otros cuidarían de los niños, otros de los ancianos, otros de los animales, otros de los cultivos, otros encenderían la hoguera, otros barrerían…otros se irían al cine o de cena…y si no pudieran llevar con ellos a sus bebes alguien probablemente les tranquilizaría: -“No te apures, que si te retrasas y llora, ya le doy la teta y duermo con él hasta que vuelvas“- ;)
Os va a parecer una locura pero flota en el mar de mi cabeza un esbozo de proyecto… Supongo que la semilla quedó sembrada cuando entré por primera vez en la cocina de Rosa, en su Granja Piedra, y allí me encontré con un gran espacio compartido, con un fuego bajo, con fogones para cocinar y una enorme mesa de madera en el mismo centro de la amplia estancia, sobre la que rodaban verduras recién traídas del huerto, con su barro pegado y sus bichos corriendo por allí, mientras la Abuela las limpiaba y seleccionaba. Me senté allí, compartiendo el tablero, porque me ofreció un café, a charlar. Quedó a mi espalda alguien que, junto a una venta, arreglaba el mimbre de una silla de madera. Allí cabíamos todos, cada cual desarrollando su función a la vez que entraban y salían de la conversación… pensé... esto es vivir, esto es vivir de verdad, cada minuto… esto es vivir y no el trabajar aburridamente esperando siempre a cuando te darán las vacaciones para, por fin, poder huir, buscando una supuesta diversión que siempre nos parece durar poco, y en los peores de los casos se queda en un espejismo de felicidad que no llegamos a alcanzar…
El proyecto os puede sonar totalmente divagante pero os lo voy a ir contando, no sé por donde empezar porque, además, está irremediablemente asociado a ciertas personas concretas, que creo reunirían las condiciones para poder convivir de esta manera.
Tengo hasta a un terreno echado el ojo…:D.
Y aunque últimamente casi no tengo tiempo de hablar con Jordi de lo importante… cada día redescubro que realmente somos almas gemelas que anhelamos los mismos sueños, no quisiera resultar cursi, pero tengo claro que no podría haber elegido a nadie mejor para recorrer el camino que tenemos por delante, con sus luminosos miradores o sus incordios de pedrusco.

Ya vuelvo…es una finca arbolada (en un paraje donde realmente escasean los árboles) bien comunicada (que aislarse no es el fin), donde se podría tener algo de ganado, talleres y una huerta ejemplar, envidia de los hortelanos vecinos que sin duda nos vendrían, curiosos, a visitar :)
Este proyecto sería aplicable a cualquier grupo humano porque, en realidad, lo que NO estamos es: Preparados para sobrevivir solos. Cada cual debería encontrar a sus compañeros más afines… Como cuando íbamos eligiendo de la pandilla para hacer los equipos…yo me atrevería con:
Jorge Pérez y Sandra, porque con Jorge, muchas veces, hemos hablado de cierto proyecto ganadero…y a pesar de lo distendido, los dos sabemos que, en el fondo, hablamos en serio. Más él, por ser más racional, que yo.
Esther y Dani, por ser descaradamente del mismo talante campestre que nosotros. Lo que pasa es que los kilómetros, en este caso, son una barrera comprensiblemente infranqueable. Siempre queda la posibilidad de emigrar los demás para allá. Sólo por oírle cantar merecería, sobradamente, el desplazamiento.
Juande y Paqui, por su innumerablemente demostrada capacidad de adaptación, porque bajo su, inofensiva, apariencia urbanita deben de tener un corazón más de campo que las amapolas. Además Juande podría trabajar desde casa…y Paqui si añora a su actual empresa tiene una sucursal relativamente cerca y no teniendo que ser en Madrid…eso sí…ya no te libras de aprender a conducir.
Bibi y Arantxa…por poseer la misma calidad adaptativa, por ser un ejemplo de padres a seguir, porque nos aportarían una buena dosis de espiritualidad, porque además de atender como nadie a sus tres retoños, siempre son capaces de sacar un rato para escuchar, para cuidarnos, para untarnos crema si nos embobamos mirando el mar y no nos queme el sol. Es verdad que nos vemos demasiado poco, cada minuto a vuestro lado es un regalo, una ocasión para aprender. Y además, con los niños que vamos a juntar, podemos formar una escuelita: necesitaremos buenos profes. Voto por un método tipo "Montessori" (http://entribu.wordpress.com/2010/06/11/la-creacion-de-una-escuela-alternativa-el-dia-a-dia-montessoriano-entrevista-a-una-madre/)
Caro y Fran, por representar claramente a esas personas que apoyan al grupo, que entienden otra forma de vida que no es la individual. Porque necesité permanecer muy poco tiempo a su lado, para darme cuenta de que a lo último que se dedican es a mirarse su propio ombligo.
Sonieta y Carlos, porque con Sonieta también he tenido horas de inventar sueños, porque siempre se necesita a alguien que lleve bien las cuentas. Y Carlos lo mismo consigue una licencia en una ciudad más cercana y sino… puede quedarse con los chicos… que ha resultado ser todo un padrazo.
Cristi y Coque, sin comentarios. Aunque su casa es tan preciosa y su forma de vivir tan armónica (suficientemente cerca, en la distancia y el trato, de familia y amigos)…que ellos ya pueden constituir su tribu allí donde están.
Son más los amigos que me faltarían, no me gustaría olvidarme de ninguno que estuviera conforme con semejante proyecto. Conscientemente, no es que me haya olvidado, faltan algunos con los que, precisamente, más hablo, a los que más achucho, de a los que más amo. Pero a algunos no os incluyo, sobre todo, por imaginaros de carácter urbano, urbanos de corazón. Es distinto que uno disfrute de lo rural el ratillo, que querer y poder vivir en y de ello, con sus calores, solanas, vientos, fríos, barros, cacas y OLORES. De todos modos, tengo claro que habrá sitio para todos, que las visitas de las personas queridas son un pilar básico de mi forma de vivir y a eso (mas teniendo ampliado el sitio) no puedo renunciar. De todos modos, si entre los no mencionados se me ha escapado alguno que tenga su parte a aportar, ya sabéis donde localizarme.
Sumemos a los niños, mascotas y, por supuesto, a nuestros mayores, de los que cuidaremos sin medida (o más bien ellos cuidarían de nosotros), de los que aprenderemos cada día lo más importante de la vida: Que vivir es compartir la materia, el espacio y el tiempo con los seres queridos. No debe importar tanto el momento ni el lugar. Cada día puede ser especial. Tampoco una fiesta, no os ilusionéis, ya sabéis que no soy la alegría de la huerta. Pero creo haber sido diseñada más para trabajar en grupo, solidariamente, que para trabajar bajo la imposición de la competitividad, que parece que es lo que más se valora ahora, desde hace ya tiempo. Yo, definitivamente, me bajo en la siguiente ¿Y tú?